Empecemos por aclarar que "Arrancame la Vida" es un libro excelente, que se ha ganado su buena fama y popularidad a través de su innegable calidad, muchos años antes de siquiera considerar que se pudiera hacer una película sobre esta exquisita historia. Es un libro publicado en 1985 cuando el cine mexicano estaba empantanado en la mediocridad del cine de ficheras y entonces, hacer una película de estas dimensiones, era un sueño tan lejano como ver la derrota electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Ángeles Mastreta escribió este libro cuando el partido en el poder no permitía crítica directa al sistema político mexicano bajo ninguna circunstancia. Por eso -puedo fácilmente sospechar- los nombres de la historia original se cambiaron para evitar estúpidas censuras... sin embargo, ALV cuenta historias plenamente identificables para todo mexicano medianamente enterado. A su vez, esta historia pinta un paisaje social perfectamente claro de los roles masculino y femenino de los años 30 en México. De ahí la carga de humor ácido que se desarrolla en la novela, a cargo de la conducta machista de Andrés Ascencio y la sumisión inicial de Catalina. Mastreta no cambió los nombres para la película... se conservaron en su versión cinematorgráfica, como una forma de respeto a la novela (me parece que hoy se podrían haber mencionado todos los nombres "ocultos" sin mayor consecuencia).
Ahora bien, siempre he considerado que llevar un libro a la pantalla jamás debe intentar "filmar el libro", como menciona Peter Jackson, sino interpretar la historia en un medio completamente diferente y con el lenguaje propio del cine.
En este aspecto, la película triunfa.
Hay varias escenas e ideas que no fueron llevadas a la versión cinematográfica por obvias dificultades técnicas, pero que no afectan a la historia en general. La película se conecta perfectamente aún para los que no han leído la novela y eso habla de que la historia funciona. Para los que la leímos, puedo decir que disfruté mucho la recreación de los personajes. A Ana Claudia Talancón la siento ligeramente forzada en un papel tan multifacético y con un complejo trabajo actoral de transformación desde la adolescencia hasta su madurez. Es una actriz joven que se ha sobreutilizado como si no existieran más actrices mexicanas capaces de hacer el papel de Catalina. Sin embargo, resuelve su papel sobre todo al final de la historia.
Gimenez Cacho hace un excelente Andrés Ascencio... "un bombón" (como se dice en el medio teatral) para un buen actor, y él lo es.
El resto del reparto hace un trabajo decente.
Pero el mayor triunfo de Arrancame la Vida es la valentía para realizar la película de la única manera en que era posible abordarla: con dinero suficiente y sin escatimar gastos. Las películas de época son un toro de 500 kilos que no cualquiera puede torear... y en México estas dificultades se multiplican y hacen imposible hacer bien una obra de naturaleza histórica. El verdadero logro de esta película es dar un nuevo impulso al cine mexicano como hace casi 18 años lo hizo "Como Agua para Chocolate", demostrando que el cine es una industria que -como todo negocio- sólo da beneficios si se invierte correctamente, se trabaja bien y se ofrece un buen producto. El público mexicano, tan obligado a ver basura por tantos años, también premia cuando ve una buena película. La inversión se recuperó y ALV se convirtió en un buen negocio.
La importancia de ALV, desde mi punto de vista, es abrir las puertas de la imaginación de creadores e inversionistas para hacer mejor cine en el siglo XXI.
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